viernes, 26 de marzo de 2010

Oda a una Urna griega – John Keats

keats
Hace tiempo ya, y durante la noche oscura que silenció nuestra Tostadora, nuestro amigo feacio preparó esta traducción de la maravillosa oda de Keats a una urna. Una urna griega. Ahora, volviendo como hemos vuelto, la publicamos para sus comentarios, opiniones y, si fuera  posible, disfrute.
El Tostador

Ode on a grecian Urn
THOU still unravish'd bride of quietness,
  Thou foster-child of Silence and slow Time,
Sylvan historian, who canst thus express
  A flowery tale more sweetly than our rhyme:
What leaf-fringed legend haunts about thy shape
  Of deities or mortals, or of both,
  In Tempe or the dales of Arcady?
  What men or gods are these? What maidens loth?
What mad pursuit? What struggle to escape?
  What pipes and timbrels? What wild ecstasy?
Heard melodies are sweet, but those unheard
  Are sweeter; therefore, ye soft pipes, play on;
Not to the sensual ear, but, more endear'd,
  Pipe to the spirit ditties of no tone:
Fair youth, beneath the trees, thou canst not leave
  Thy song, nor ever can those trees be bare;
  Bold Lover, never, never canst thou kiss,
Though winning near the goal—yet, do not grieve;
  She cannot fade, though thou hast not thy bliss,
  For ever wilt thou love, and she be fair!
Ah, happy, happy boughs! that cannot shed
  Your leaves, nor ever bid the Spring adieu;
And, happy melodist, unwearièd,
  For ever piping songs for ever new;
More happy love! more happy, happy love!
  For ever warm and still to be enjoy'd,
  For ever panting, and for ever young;
All breathing human passion far above,
  That leaves a heart high-sorrowful and cloy'd,
  A burning forehead, and a parching tongue.
Who are these coming to the sacrifice?
  To what green altar, O mysterious priest,
Lead'st thou that heifer lowing at the skies,
  And all her silken flanks with garlands drest?
What little town by river or sea-shore,
  Or mountain-built with peaceful citadel,
  Is emptied of its folk, this pious morn?
And, little town, thy streets for evermore
  Will silent be; and not a soul, to tell
  Why thou art desolate, can e'er return.
O Attic shape! fair attitude! with brede
  Of marble men and maidens overwrought,
With forest branches and the trodden weed;
  Thou, silent form! dost tease us out of thought
As doth eternity: Cold Pastoral!
  When old age shall this generation waste,
  Thou shalt remain, in midst of other woe
  Than ours, a friend to man, to whom thou say'st,
'Beauty is truth, truth beauty,—that is all
  Ye know on earth, and all ye need to know.'

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Oda a una Urna Griega
I.
Tu, inviolada novia de la quietud,
Tu, adoptiva hija del silencio y tardo tiempo
Historiadora silvana, que puedes así expresar
Más dulcemente que nuestra rima, un florido cuento:
¿Que leyenda en foliado adorno ronda alrededor de tu silueta?
¿De deidades o mortales, o de ambos?
¿En Tempe o de Arcadia los Valles?
¿Qué hombres son estos? ¿Cuales las reticentes doncellas?
¿Qué alocada persecución? ¿De qué lucha escapar?
¿Qué flautas y tamboriles? ¿Cuál éxtasis salvaje?
II.
Las melodías oídas son dulces, pero aquéllas no oídas
Más dulces aún; de allí, ustedes suaves flautas, sonad;
No al oído sensual, sino, mas encarecidamente,
Soplad al espíritu sones sin tono:
Bello doncel, bajo los árboles, tu no puedes abandonar
Tu canto, ni nunca esos árboles podrán desnudos estar;
Osado amante, nunca, nunca, aunque próximo a la meta,
Podrás tu besar - aún así, no te apenes;
No puede ella desvanecerse, aunque tu dicha no alcances,
¡Por siempre tú amarás y ella hermosa será!
III.
Ah, afortunadas, afortunadas ramas! Que no pueden desprender
Sus hojas, ni nunca el adiós dar a la Primavera;
Y, alegre músico, incansable,
Por siempre tocando canciones por siempre nuevas;
¡Más feliz amor! ¡Más feliz, feliz amor!
Por siempre cálido y aún por ser disfrutado,
Por siempre anhelante, y por siempre joven;
Toda respirable pasión humana, que deja
Un corazón intensamente ahíto y apenado
Una frente ardiente, y una lengua agostada, lejos, en lo alto.
IV.
¿Quienes son estos camino al sacrifico?
¿A que verde altar, oh misterioso sacerdote,
Conduces tú aquella novilla mugiente al cielo,
Y toda su sedosa ijada de flores engalanada?
¿Cual pequeño pueblo en la rivera o costa marina,
O construida en lo alto con su pacífica ciudadela
Vacía se encuentra de esta gente esta piadosa alborada?
Y, pequeño pueblo, tus calles por siempre jamás
Silenciosas estarán; y ni tan solo un alma para contar,
Porque estas desolada, jamás retornará.
V.
¡Oh silueta Ática! ¡Bella semblanza! con adorno
De marmóreos hombres y doncellas recargada,
Con forestales retoños y la hierba hollada;
Tú, silenciosa forma, nos alienas de todo pensar
Así como la eternidad: ¡fría pastoral!
Cuando la vejez ésta generación consuma,
Tú permanecerás, en medio de otra congoja
Que la nuestra, una amiga del hombre, a quien tu dices,
“La belleza es la verdad, la verdad es belleza”- eso es todo
Lo que sabes en la vida, y todo lo que necesitas saber.

Traducción Federico A. Mentasti.-

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