miércoles, 2 de julio de 2008

Imagen e identidad en La Doncella Manca





El don que el rey de Hungría concede a su esposa al comienzo de La doncella manca (Philippe de Rémi; manuscrito del siglo XIV) desemboca, más adelante, en un descubrimiento desafortunado y terrible: la única mujer habilitada para casarse con el recientemente enviudado rey es Joie, su propia hija. Esto se debe a que ella es la única persona semejante en todo a la difunta reina.

      Vemos, entonces, como Joie aparece en el relato como la imagen de otro personaje; es decir, como alguien cuya identidad no le pertenece enteramente. Esta identidad heredada es la que le otorga los atributos necesarios para cumplir con el requerimiento de la corte de obtener heredero varón para la corona. Pero, sin embargo, desde un principio Joie parece no compartir los valores y objetivos de la corte. Para ella, obtener un heredero varón no representa una prioridad, y el don que ata a su padre no es inviolable como sí lo es para él. Lo único que Joie considera inviolable es la ley divina:


"...deberíais arrepentiros por haber otorgado a mi madre este juramento, porque es una insensatez. Casaos con quien os convenga. {...} jamás cederá mi corazón para entregarme a mi padre: quien pierde el alma, todo lo pierde."


      Así, Joie manifiesta su adhesión a los valores cristianos que prohíben el incesto y que se encuentran en tensión con los intereses del que, hasta el momento, ha sido su mundo: la corte y su padre. Para no cumplir con los mandatos de este mundo, Joie deberá renunciar a él dejando de ser la imagen de su madre. Acontecerá, entonces, la mutilación: la amputación de su mano.

      Con esta amputación, Joie pierde a sabiendas su identidad y comienza un largo viaje en busca de una identidad acorde con sus valores espirituales. El viaje de que hablamos no será únicamente material sino también de carácter simbólico. De hecho, las descripciones y datos que se nos proporcionarán de los viajes de Joie presentan un notable contraste con los de los viajes realizados por otros personajes de la obra. Señalemos, a modo de ejemplo, la corta duración de los viajes de Joie, la escasa o nula información geográfica que se da de estos y la inverosímil duración de las escasísimas provisiones con que cuenta Joie.

      Al llegar a Escocia, Joie encontrará parcialmente la identidad buscada. Allí recibirá el nombre de Manekine, en alusión a la falta de su mano, y se casará con el rey de Escocia, lo cual le permitirá llevar una vida acorde a sus principios espirituales, éticos y morales.

      Sin embargo, durante toda su estadía en Escocia su pasado gravitará negativamente sobre ella, arrojando constantemente un manto de duda acerca de su pureza espiritual y su merecimiento para ocupar el trono. Ya sea desde su nuevo nombre o desde la justificación de las acciones en su contra por parte de la reina madre (quien a sus expresiones de hostilidad hacia Joie siempre agregará el comentario de que encima es manca), su defecto físico se convertirá en obstáculo para su tranquilidad y para la completa obtención de su identidad.

      Pero, si bien el mundo escocés recibirá a Joie amigablemente, pronto sus valores de comunidad chocarán con los valores cristianos de ella. El conflicto surgirá cuando su esposo, el rey de Escocia, decida ir a Francia a participar de los torneos esgrimiendo como excusa la defensa de su honor:


"-Dulce y noble amiga, un caballero tiene que ir a Francia para tornear. Eso no os debe enojar.

-¿Enojar? Me asombra vuestro proyecto. Verdaderamente, no tengo motivo para alegrarme."


      Aquí se separarán los esposos; los guían diferentes principios. Luego advendrá la traición de la reina (cuya mentira acerca del alumbramiento de una criatura horrorosa por parte de Joie se torna creíble a causa de la condición de manca de ésta y de su pasado misterioso) y la condena a muerte de Joie.

      Con respecto a esta tensión entre valores opuestos, Christiane Marchello-Nizia señala que algunos de los acontecimientos desafortunados que le suceden a Joie (v. gr., su segunda condena a muerte) tienen lugar justo antes de Cuaresma, es decir, en carnaval. Podría afirmarse, entonces, que las desgracias de Joie coinciden con el tiempo de vísperas de duelo del cristianismo, al cual ella pertenece y adhiere, y, a la vez, coinciden con el tiempo festivo del mundo con el que ella está en contradicción.

      Cuando Joie es arrojada al mar por segunda vez, el senescal quema en la hoguera una imagen tallada de Joie. Este es el acto simbólico por el cual los lazos de Joie con Escocia se rompen para que ella continúe con su búsqueda de identidad.

      Recordemos que al comienzo del relato Joie "recitaba todas las oraciones que sabía ante una imagen que en realidad era un retrato de ella misma, una talla que la representaba con perfecta semejanza". Ésta es la imagen con la que Joie se identifica, la que persigue: una imagen de santa que posee ambas manos. Por lo tanto, su identidad no puede completarse mientras sea manca; mientras sea la Manekine no será ella misma. Este cambio final acontecerá en Roma.

      Esta ciudad será el lugar en que Joie, finalmente, encontrará su identidad. Este encuentro estará marcado por tres acontecimientos relacionados entre sí: el arrepentimiento del rey de Hungría, la develación del pasado de la Manekine y la recuperación de la mano.

      El primero de estos acontecimientos, el arrepentimiento del rey de Hungría, implica la reconciliación del mundo cortés que el rey representa con los valores cristianos a los que adscribe Joie. Es un triunfo de Joie porque es el mundo el que accede a unirse a las creencias de ella.

      La aparición del rey de Hungría en Roma trae aparejada la develación del pasado de la Manekine. A partir de este momento no será posible dudar de los méritos de Joie para ocupar el trono ni del origen de su defecto físico, que, con el conocimiento de la verdadera causa, adquiere un carácter noble.

      Pero sin la mano, Joie continuará siendo la Manekine. Es necesario que el Papa le devuelva, milagro mediante, su identidad. La unión de la mano al cuerpo recompone la identidad espiritual de Joie. Esta vuelta a la vida de Joie, por si hacían falta más simbolismos, sucede en vísperas de las Pascuas de Resurrección.

      Finalmente, la nueva Joie deviene en reina de las tierras de Escocia, Gales, Hungría y Armenia. El imperio de sus

valores se extenderá sobre ellas.



Tomás V. Richards


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