Friedrich Hölderlin nos recuerda la Teogonía hesiódica en su Himno a Zeus en lo referido a la necesidad (con el significado fuerte y absoluto de tal palabra) de las Musas para la mantención y manutención (para usar dos palabras de por si incorrectas pero ilustrativas) del Kosmos, pues sin ellas faltaría quien cante y glorifique ese mundo maravilloso. Y es justamente esta cuestión la que nos incita a escribir algunas palabras respecto la concepción de la Fiesta pues es, en sentido tradicional, el ámbito en el cual la comunidad celebra el kósmos y su perfección que es evidentemente obra divina. En ella la inspiración de las musas, todas, nueve o diez (contando en este caso a Safo, tema que nos merecería otro escrito) se manifiesta en quienes participan.
Pues la fiesta no es solamente un simple divertimento alejado de las realidades, sino que es una representación popular (y tradicional por consiguiente) de órden por medio de la celebración de tal orden. La fiesta es CELEBRACIÓN y por consiguiente RITO, que en su equivalente sánscrita guarda estrecha relación con ORDEN, en el termino RITA. Este será el aspecto que trataremos en esta oportunidad, dejando a nuestros lectores, amigos y detractores las demás cuestiones que se desprenden, tanto de nuestras consideraciones, como las que se escapan de la misma.
Platón avanza respecto la condicion comunicante de la Musa hacia el Hombre reconociéndolas como un regalo divino, como compañeras de fiesta, como nos recuerda en su Teoría de la Fiesta Joseph Pieper. Nuestro germánico autor se pregunta para que compañeras de fiesta si ya no la hay, pues bien, como hemos recordado en anteriores entregas, la relación con la Musa se manifiesta en la inspiración poética que aleja al hombre de su condición de "VIENTRES" y lo torna en un cantante (considerando la palabra en sentido verbal y no sustativo). Es esta concepción de Las Leyes de Platón la que nos interesa para hacer algunas consideraciones al respecto, siguiendo la pregunta de Pieper responderíamos pues que, aunque con Hölderlin creemos que no hay en nuestro tiempo poetas, y por consiguiente, fiesta en el sentido completo, la inspiración no está negada a la humanidad puesto que es dón divino. Reconociendo así la posibilidad de encardinarnos nuevamente en esa línea, profundamente mítica, profundamente verdadera.
La fiesta en el sentido Pieperiano es necesariamente reconocimiento y alabanza al Creador, Dios. Y con él coincidimos absolutamente pues como recuerda el credo niceno-constantinopolitano es factorem caeli et terrae, creador (hacedor) de los Cielos y de la Tierra. ¿Podría entonces una mera celebración secularizada ser parte de esa Laudatio? Con Pieper diríamos que si, mas creemos que se debe hacer hincapié en la condición teofánica de la physis y evidentemente del hombre, desde ese punto se puede avanzar hacia las celebraciones medievales, tradicional-folklóricas populares, etc, pues en éstas se ve claramente el sentido tradicional al decir de Mircea Eliade de la sacralización del tiempo por medio del rito, en el cual, los hombres operan sobre si mismos y permiten (diríamos nosotros) la operación divina y la inspiración de las Musas para así celebrar el tiempo y el espacio, encardinándo el actual a aquel Tiempo Sacro, al decir evangelico "IN ILLO TEMPORE", o según los cuentos tradicionales Once upon a time.
Y aquí haremos un parate, en el sentido del Tiempo y de "ese Tiempo". Los Tales, al decir inglés, nos llevan a ese momento exácto, sacralizado, elevado por medio del conocido "érase una vez" como señalamos anteriormente. Es ese tiempo el que se celebra en la fiesta, profana en tanto que así se configura por sus características exteriores y sus participantes, sacra en tanto que manifiesta un profundo conocimiento del Kosmos y tambien, claro está, pues celebra el Cielo y al Cielo.
Entonces, lo que llamamos operación humana y divina en la fiesta tradicional, que permite el acceso a las realidades mas profundas de la divinidad es "motor" de la celebración.
Dejaremos para otro momento las características de los pueblos en lo referido a este tema, especialmente lo relacionado con la cuestión lineal o cíclica del tiempo para la mente antigua. Para avanzar hacia algunas pocas líneas respecto la necesidad de encardinarse en el sentido tradicional de la festividad.
Como dijimos anteriormente, sin celebración el hombre no alcanza lo divino, no es completo pues no puede realizar la LAUDATIO del Kósmos y de Dios, su hacedor. Y aquí se encuentra la cuestión de fondo respecto la destrucción de la noción tradicional de fiesta que fue sustituida por una mundana y esteril manera de divertimento, aún existiendo un SUBSTRATUM, un sustrato que se mantiene incolumne aunque velado por el humo moderno en las festividades actuales. Podríamos nombrar a modo de ejemplo los carvales (que merecen un escrito al respecto), las "fiestas de quince años" de las mujeres, la entrega de diplomas y posterior "fiesta de grado" al terminar los estudios, etc. En todos se mantiene tras la cortina de la mundanidad y la modernidad el sentido tradicional que representaron y los motivos por los cuales fueron instituídas.
Con todo esto dicho, y reconociendo lo pésimo de la redacción del presente artículo que será corregido en otro momento, pretendemos recordar la necesidad de reencardinarse con la fiesta y con la musa que inspira su celebración y sus celebrantes, fiesta que es LAUDATIO, canto y poesía. Experiencia numinosa que eleva a los hombres a la sublime posición celestial desde la cual puede conocer (en el sentido fuerte del término griego) el Kósmos y realizar por consiguiente la necesaria alabanza.
Que sigamos entonces el imperativo hölderlineano y seamos nosotros a quienes renovadamente nos dirija sus palabras:
¡Despertad Poetas, despertad a quienes están en el letargo!,
a quienes duermen todavía, dadnos leyes,
dadnos la vida, ¡Triunfad! ¡Oh Heroes!
Pues tenéis derecho a la victoria, como Baco.
Vale,
El Tostador
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