Tolkien va mas allá que lo que el grueso y común de sus, ahora, posmodernos lectores pueden llegar a interpretar a partir de su ya “best-seller”, blasón que parecería asegurar la excelencia de una obra, “El Señor de los Anillos”.-
Tolkien es un creador, o mejor y mas apropiado a su terminología, un subcreador. La elaboración del Mito para Tolkien es una acción propia del ser humano, ya que como creatura, crea a imagen y semejanza del Creador. Para Tolkien el Mito consiste en la elaboración de mundos inteligibles para el lector. Tal comprensibilidad es condición de aplicabilidad de la historia, hoy y ahora, para cada lector. El mito hace referencia al mundo real o primario de manera análoga a como el mundo posible evoca la noción de inteligibilidad. El corolario final es claro: para este autor es posible entender más plenamente el mundo real por medio de la creación mítica (literaria); subcrear el mundo permite recrearlo de nuevo. El hombre es más plenamente hombre cuando imita el actuar creativo de Dios, porque entonces está buscando su verdad más profunda, la plenitud del ser de las cosas:
“El corazón del hombre no está hecho de engaños,
y obtiene sabiduría del único que es Sabio,
y todavía lo invoca (...).
Aún creamos según la ley en la que fuimos creados”
(J.R.R. Tolkien, Mitopoeia, en Árbol y Hoja, Monotauro, Barcelona 1994, p. 137).-
Así, Tolkien habla de la “magia del adjetivo”, como útil del poeta que dispone para recrear la realidad: “Qué poderosa, qué estimulante para la propia facultad que lo produjo fue la invención del adjetivo: no hay en Fantasía (en referencia la mundo de Fantasía, término que desarrollaremos en otra entrega) hechizo ni encantamiento más poderoso. Y no ha de sorprendernos: podría ciertamente decirse que tales hechizos sólo son una perspectiva diferente del adjetivo, una parte de la oración en una gramática mítica. La mente que pensó ligero, pesado, gris, amarillo, inmóvil y veloz también concibió la noción de la magia que haría ligeras y aptas para el vuelo las cosas pesadas, que convertiría el plomo gris en oro amarillo y al roca inmóvil en veloz arroyo. Si pudo hacer una cosa, también la otra; e inevitablemente, hizo las dos. Por una parte, si de la hierba podemos abstraer lo verde, del cielo lo azul y de la sangre lo rojo, es que disponemos ya del poder de un encantador. Y nace el deseo el deseo de esgrimir ese poder en el mundo exterior a nuestras mentes. Por otra parte, de aquí no se deduce que vayamos a hacer buen uso de ese pode; podemos poner un verde horrendo en el rostro de un hombre y obtener un monstruo; podemos hacer que brille una extraña y temible luna azul; o podemos hacer que los bosques se pueblen de hojas de plata y que los carneros se cubran de vellocinos de oro; y podemos poner ardiente fuego en el vientre del helado saurio. Y con tal “fantasia”, que así la denomina, se crean nuevas formas. Es el inicio de Fantasía (en el sentido explicado ut-supra). El hombre se convierte en subcreador”. (J.R.R. Tolkien, Sobre los cuentos de hadas, en Árbol y Hoja, op. Cit. PP 33 y s).-
Entonces, la noción de mito, de subcreación entronca con la idea de creencia secundaria (secondary belief). Para Tolkien es necesario que la creación del mundo Fantásctico, genere en quien se adentra a el, como lector, lógicamente (para otra entrega queda la crítica de nuestro autor hacia el teatro como ámbito de expresión o representación de lo fantástico, ya que sostiene que es la narrativa el genero indicado) una creencia verdadera en ese mundo posible. Esto es la creencia secundaria. Para Tolkien no solo creamos a imagen y semejanza del Creador, sino que pensamos y entendemos como creadores, por el filtro de los mundos posibles según criterios de verosimilitud y aplicabilidad. De allí la importancia que J.R.R. Tolkien otorga al background de su historia magna: El Señor de lo Añillos. Tolkien subcrea un mundo, a imagen y semejanza del real. Con su génsis, su dios, sus razas, sus eras, su desarrollo, su historia, etc. Al situarnos en la Tercer Edad en la Tierra Media, entrevemos, percibimos, entendemos y efectivamente creemos que ese mundo tuvo un comienzo, existió un pasado remoto y próximo (a la historia que se nos relata) y tenemos la certeza de que continua en el futuro. El relato está lleno de libertad en los personajes y el camino tomado por cada uno es enteramente real y creíble según la Historia pasada, las cualidades de cada raza y el desarrollo presente según los acontecimientos que se suceden.-
Si bien comenzábamos esta notícula, afirmando que la mayoría de los lectores modernos de la obra de Tolkien, y porque no de antaño también, no se detuvieron en las disquisiciones sobre el mito y al subcreación tolkieniana, así podemos afirmar que no obstante ello, los mismos disfrutaron de la Obra, se introdujeron en ella y fundamentalmente creyeron en ese Mundo. Y allí está, mas que comprobado empíricamente, necesario en esta época tan darwiniana, que la concepción de lo fantástico en nuestro autor es plenamente la adecuada. Y eso es lo que importa, la Fe.-
Prometemos en una próxima aparición en este ciber espacio otra entrega relacionada a la Imaginación y la Narrativa entendida por Tolkien.-
“El mundo se compone de lo visible y lo invisible, no seamos esclavos de los sentidos”.-
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