martes, 15 de mayo de 2007

Respecto la firma y el arte tradicional


La cuestión respecto la autoría de las llamadas "obras de arte" es un fenómeno propio de la modernidad. Una controversia equivalente sería imposible de encontrar previo al siglo XV. Este es el tópico que trataremos en esta oportunidad, la cuestión de la firma, es decir, de la autoría, en el arte tradicional.


A propósito de la definición de Arte y específicamente Arte Tradicional, recomendamos "The true philosophy of art" de Anandas K. Coomarswamy (hay traducción castellana), especialmente, para lo que a nosotros interesa, el capitulo II (ubicable en internet para quienes no logren obtener edición impresa).


Nos limitaremos, por motivos de tiempo y espacio, a referirnos a lo que nos llama en esta oportunidad, mas solo en el mundo de la Cristiandad, ámbito en el cual se manifiesta claramente el sentido del icono (EIKON, imagen) si avanzamos hacia el mismo desde la obra de San Juan de Damasco o desde el propio Dionisio el Areopagita.


Antes que todo, recordaremos a nuestros lectores respecto la tremenda controversia suscitada durante el reino imperial de León III (717-741 d.C.) que significó el iconoclastismo, encarnado políticamente en la figura del Emperador de Bizancio. En el marco de esta disputa surge triunfante el llamado "Tratado de las Imágenes" del antes nombrado San Juan Damasceno, ejemplo diáfano de la doctrina patrística respecto la imagen representante. Notamos importante esta controversia para comprender el sentido del valor tradicional del Arte pues podríamos decir claramente que nos encontramos ante el primer embate contra el mismo.


Zanjadas estas cuestiones, se produce un florecimiento notable del arte icónico o iconográfico (preferimos el primero de ambos términos) en ambos lados de la ecumene Cristiana. Florecimiento que verá su fin al nacer en occidente lo que llamamos el ARTE DEL ARTISTA, o aun más claramente, DE LA FIRMA. El Arte Moderno.


La firma en el arte moderno representa el sentido que manifestó este movimiento pictórico que resonancias más que claras en la actualidad hodierna. El artista previamente pinta (o escribe siguiendo el termino correcto a aplicar para la iconografía bizantina) en común-unión con la ekklesia, manifestando por medio de materiales a la propia Divinidad. Recomendamos nuevamente la lectura del tratado de las imágenes del Padre sirio San Juan Damasceno (ignoramos edición castellana, manejamos una en ingles, que es la que hemos seguido, cotejada con una latina).  Los puntos a seguir en tal magno tratado serian pues el sentido del icono, la cualidad manifestatoria de Dios en el mismo (es decir, su valor teofánico y comunicante)  y la validez de la representación de las "Cosas Divinas" por medios pictóricos, eje esencial de la obra que se ubica en el discurso de Cristo de Jn. 14 en adelante.


Este sentido tradicional de la comunión con la Ekklesia por parte del artista, que es medio de la manifestación del Logos en la tierra, revela el sentido ANONIMO propio de la iconografía, no interesa aquí la mano que ha pintado/escrito el icono, sino el sentido por el cual ha sido realizado y especialmente, QUE MANIFIESTA.


Esta ultima cuestión nos podría derivar a temas referidos a la condición SACRA del arte Tradicional Cristiano, elemento que se pierda dentro del sentido SECULAR del arte renacentista, post renacentista, barroco, moderno y finalmente contemporáneo que dejaremos para otra oportunidad.


Volviendo a la cuestión de la autoría, y siguiendo lo antes planteado, notamos entonces un profundo sentido secularizante, centrado en el yo del autor y su "valor artístico o genio artístico" (termino propio del renacimiento) que se corona en las escuelas manieristas y se profundiza con el aborrecible "arte contemporáneo" en el cual la imagen pierde valor frente a la sensualidad de la "interpretación" de la misma y especialmente, ante el embate del ARTISTA. Nos referimos, como han notado, a la inversión del sentido tradicional, considerando que el ARTISTA es primero en importancia, luego el sentido interpretado conjunto con la necesidad de "expresarse" por vías pictóricas o plásticas y finalmente, el carácter puramente estético que, mixturado con la "valía" del autor, avanza hacia la MONETARIZACION DEL ARTE por medio de la idea valorativa imperante para esta quaestio que es absolutamente CUANTITATIVA y pecuniaria.


 La firma, la autoría, ha puesto en declive al valor manifestante del icono y por consiguiente ha sido un sustituto o ersatz, al decir del Dr. Disandro, del manifestado. No interesa ya de manera capital el ICONO (en el sentido griego del término) en el arte sino que lo que importa ahora es el autor. 


El imperio del "GENIO ARTISTICO" ha intentado, y de manera bastante exitosa, suprimir el sentido entitativo del arte tradicional que es, ESENCIALMENTE, la manifestación de lo divino por medio de la implantación de la sensualidad, de lo decorativo y de las llamadas "autoridades plásticas", que nosotros llamamos PINTORES MODERNOS en el sentido mas secular que pueda ser empleado.


Finalizando nuestra caótica exposición que prometemos emprolijar recordando, con Platón que "las producciones de todas las artes son tipos de poesía y sus artesanos son todos poetas". (El banquete, 205C).


Vale,


El Tostador.-



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