William Shakespeare -Sonnet 66-
Tired with all these for restful death I cry,
As to behold desert a beggar born,
And needy nothing trimmed in jollity,
And purest faith unhappily forsworn,
And gilded honour shamefully misplaced,
And maiden virtue rudely strumpeted,
And right perfection wrongfully disgraced,
And strength by limping sway disabled,
And art made tongue-tied by authority,
And folly (doctor-like) controlling skill,
And simple truth miscalled simplicity,
And captive good attending captain ill.
Tired with all these, from these would I be gone,
Save that to die, I leave my love alone.
Fatigado de todo ello, de la muerte imploro el descanso,
De contemplar a quien mendigo ha nacido desertando,
Y al miserable negado en alborozo arropado,
Y la fe más pura tristemente abjurada,
Y el áureo honor oprobiosamente degradado,
Y la castidad rudamente prostituida,
Y la debida perfección injustamente deshonrada,
Y la fortaleza por un rengueo tambaleante discapacitada,
Y la expresión artística por la autoridad cohibida,
Y los idiotas (leguleyos) controlando la habilidad.
Y la simple verdad mal llamada simplicidad.
Y el bien cautivo siervo del necio.
Fatigado de todo ello, de ello me alejaría,
Salvo que al morir, a mi amor solo dejaría.
Nuevamente el Maestro de la lengua inglesa, nos canta la desventura del hoy, pero hace ya algunos siglos. El doloroso mundo del revés hace que las lamentaciones interpretadas en un canto, que es melodía y un poco llanto, alcancen una vigencia, parecería, eterna. El reino de la cantidad, del cual pretenden forzosamente hacernos súbditos, oprime de tal modo que no pocas veces, "tired with all these", uno ansíe el descanso del más allá antes de tiempo. Mas sabemos que eso no depende de nosotros, Sino de Aquel, dueño de las hora y los días.
Este sonnet Shakesperiano clamaba ser cantado hoy, cuando la densa atmósfera de esta ínsula infecta nuestros pulmones. Y al carecer de poetas que canten nuestra gloria y desdicha, que distingan la verdad de la mentira, nos vemos en la obligación de acudir a los elegidos por las Musas para que una vez mas nos amonesten y nos saquen de nuestra modorra. Fatigado, comienza diciendo Shakespeare. Y en una sucesión de realidades sombrías y atormentantes descubre el porque de su angustia. Angustia que compartimos y sufrimos.
Pero una vez mas, nuestro poeta nos hace un llamado a su suprema excelencia. Al motor de sus realidades poéticas: el amor. Todo lo dejaría, todo abandonaría sino fuera porque ello implicaría dejar solitario a su amor. Amor que se completa con él y su existencia humana (¿amor que se perfecciona entre dos seres?). Aquí nos detenemos, en el umbral de la experiencia poética personal del dramaturgo, a fin de no errar el camino. No obstante ello, no se queden con el desordenado comentario al soneto y su mutilante traducción, y vuelvan a su lectura. Que los versos finales los inspiren.-
Demódoco, en compañía de un buen vino.
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